JANUCÁ: ¿CÓMO SE CELEBRA?

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Janucá, o “La fiesta de la Dedicación,” sobresale de entre las otras celebraciones de la Biblia. Esto se debe a que no se encuentra entre las fiestas del Señor en Levítico 23. Pero a pesar de que Moisés no habla de Janucá, no deberíamos de asumir que no es una fiesta bíblica. Ya que como podremos ver más adelante, sí se menciona en pasajes posteriores de las Escrituras.

Celebración judía tradicional

Janucá es un día de fiesta agradable con costumbres ricas en significado. Cada año, comenzando con el veinticinco de Kislev, la comunidad judía comienza sus ocho días de celebración. El foco de atención de la fiesta es la janukía, la menorá de Janucá con nueve brazos. La menorá normal, como la vemos en el símbolo moderno del estado de Israel, tiene siete brazos. Los ocho brazos de la menorá de Janucá nos recuerdan el milagro del aceite que duró ocho días; y cada día se enciende el número apropiado de velas. Destaca entre los demás el noveno brazo (en el centro con cuatro brazos de cada lado), éste lleva la vela que se usa para encender las otras velas y se llama shamash (“siervo” en hebreo). La janukía se enciende después del crepúsculo, y normalmente le sigue una cena festiva.

Después de pronunciar las bendiciones, la tradición es cantar cantos festivos. Se disfruta entonces la cena, con sus platillos tradicionales. Debido al milagro del aceite, se acostumbra servir platillos fritos en aceite, como por ejemplo los latkes (panqueques de papa) y los sufganiot (buñuelos israelís). Puede que no sea lo mejor para nuestra dieta, ¡pero es una manera deliciosa de recordar el milagro de Dios en Janucá!

Otro recuerdo del milagro de esta fiesta es el juego de dreidels. Estas peonzas pueden ser de plástico o de madera y llevan una letra hebrea diferente en cada uno de sus cuatro lados: Nun, Gimel, Hey, y Shin que representan la frase Nes Gadol Hayá Sham (“Un gran milagro ha sucedió ahí.”) La historia detrás del dreidel es muy interesante.

Se cuenta que, durante el período macabeo, los niños judíos de Judea, querían estudiar la Torá, pero las políticas antisemitas de los sirios, lo hacían muy difícil. Crearon una solución muy creativa: Estudiarían los rollos de la Torá en las calles. ¡Si se aproximaba un soldado extranjero, escondían rápidamente el rollo y sacaban los dreidels fingiendo estar absortos en un juego de trompos o de peonzas! Cuando se iba el soldado, ¡reanudaban el estudio de la Torá!

En la celebración moderna, se juega a los dreidels o sevivón por diversión. Cada letra hebrea tiene su propio valor para llevar la cuenta. A los niños se les regala gelt (dinero) de Janucá; que por lo general son monedas de chocolate cubiertas de papel aluminio, éstas se usan para apostar y hacer el juego más interesante.

Recientemente, la costumbre de dar regalos ha encontrado lugar en la celebración de esta gozosa fiesta. Muchas familias les dan a los niños gelt (dinero) de verdad, tal vez una moneda por cada año de edad que tengan. Estas tradiciones no tienen nada de malo, son tan solo una adaptación judía en respuesta a la costumbre navideña de obsequiar regalos.

La gente frecuentemente trata de establecer una conexión entre la Navidad y Janucá, simplemente porque se llevan a cabo al mismo tiempo. Sin embargo, éstas celebran dos eventos totalmente distintos. La primera: el nacimiento del Mesías; y la otra: la liberación de Israel de la mano de sus opresores. Cualquier mezcla entre las dos celebraciones, a menudo es fabricada por el hombre. Sin embargo, hay una gran cantidad de razones convincentes para que los creyentes en Yeshúa celebren Janucá.

Puede que algunas personas cuestionen nuestra inclusión de Janucá con los días de fiesta “bíblicos”. No se menciona junto con las fiestas de Levítico 23. Sin embargo, el Tanaj (El Testamento más Antiguo) revela que Janucá es predicha claramente en escritos proféticos posteriores.

La visión del profeta Daniel tiene una descripción asombrosamente detallada de los eventos conectados con la fiesta de Janucá. Daniel describe aquí de los reinos que vendrían a tener un impacto en Israel:

El macho cabrío es el rey de Grecia, y el cuerno grande que tiene entre los ojos es el primer rey. Los cuatro cuernos que salieron en lugar del que fue hecho pedazos simbolizan a los cuatro reinos que surgirán de esa nación, pero que no tendrán el mismo poder. (Daniel 8:21–22).

Esta es una descripción gráfica del surgimiento del imperio helenístico con su líder fuerte y central (el cuerno grande). El cuerno grande viene a ser hecho pedazos a través de la muerte prematura de Alejandro el Magno. Y sus cuatro generales (los cuatro cuernos) se reparten el reino en partes iguales. Pero Daniel nos da detalles aún más específicos:

Hacia el final de esos reinos, cuando los rebeldes lleguen al colmo de su maldad, surgirá un rey de rostro adusto, maestro de la intriga, que llegará a tener mucho poder, pero no por sí mismo. Ese rey causará impresionantes destrozos y saldrá airoso en todo lo que emprenda. Destruirá a los poderosos y al pueblo santo. Con su astucia propagará el engaño, creyéndose un ser superior. Destruirá a mucha gente que creía estar segura, y se enfrentará al Príncipe de los príncipes, pero será destruido sin la intervención humana. (Daniel 8:23–25)

De acuerdo a esta palabra recibida por Daniel, el punto focal del reino helenístico sería un líder que perseguiría al pueblo judío con un poder ajeno. Se magnificaría a sí mismo a través de sus palabras y ataques brutales, ¡tal y como Antíoco, que se llamaba a sí mismo Epífanes! Pero Dios había prometido que este rey malvado sería destruido sin la ayuda de una agencia humana.

¡La persecución fanática de los seléucidas es predicha junto con la liberación milagrosa por Dios! El milagro de Janucá se menciona en las Escrituras Hebreas con tal detalle, que algunos estudiosos liberales sugieren que Daniel estaba escribiendo después de los acontecimientos y no proféticamente (ver los comentarios de Walvoord al respecto en Daniel, pág. 16 y las que le siguen).

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¡Jag Janucá Sameaj!


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