SEFIRAT HAOMER | FIESTA DE LAS PRIMICIAS: Antecedentes y celebración


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Antecedentes

“El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: «Cuando ustedes hayan entrado en la tierra que les voy a dar, y sieguen la mies, deberán llevar al sacerdote una gavilla de las primeras espigas que cosechen. El sacerdote mecerá la gavilla ante el Señor para que les sea aceptada. La mecerá a la mañana siguiente del sábado. Ese mismo día sacrificarán ustedes un cordero de un año, sin defecto, como holocausto al Señor. También presentarán cuatro kilos de harina fina mezclada con aceite, como ofrenda de cereal, ofrenda por fuego, de aroma grato al Señor, y un litro de vino como ofrenda de libación. No comerán pan, ni grano tostado o nuevo, hasta el día en que traigan esta ofrenda a su Dios. Éste será un estatuto perpetuo para todos tus descendientes, dondequiera que habiten. (Levítico 23:9–14).

La serie de fiestas de primavera continúa con la llegada de Sefirat Ha-Omer, la Fiesta de las Primicias, que también se le llama Yom Ha-Bikurim. Ya que viene justo después de la fiesta principal, la de Pascua, a menudo la Fiesta de las Primicias pasa desapercibida. Sin embargo, como veremos más adelante, la celebración de este día de fiesta debería ser de promordial importancia entre las demás fiestas, tanto para los judíos mesiánicos como para los gentiles.

El significado de esta fiesta se entiende por su nombre. Sefirat Ha-Omer literalmente significa «El Conteo de la Gavilla.» Nos habla de la cosecha más temprana que tiene lugar en Israel, la cosecha de la cebada. Al igual que Sucot, que se celebra en el otoño, esta fiesta enfatiza la cultura agraria del antiguo Medio Oriente.

En términos prácticos, Sefirat Ha-Omer era la primera cosecha de la primavera, y así fue el momento perfecto para llevar una ofrenda de grano al Señor. Como dice en el libro de Levítico, las primicias de la cosecha de cebada tenían que llevarse como ofrenda al sacerdote en el Tabernáculo o el Templo. La lección que tenemos que aprender es clara: Si Dios ha sido fiel para bendecirnos con esta cosecha temprana, de seguro también nos proporcionará la cosecha tardía del verano.

La celebración de este día ha variado mucho a través de la historia del pueblo judío. En los tiempos antiguos, en los días del templo, consistía en una ceremonia bastante elaborada donde se presentaba la ofrenda a Dios como un diezmo de acción de gracias. El Talmud dice que un sacerdote tenía que ir a recibir a un grupo de peregrinos judíos en las afueras de la ciudad y, desde ahí, guiarlos hasta el monte del Templo. El sacerdote entonces dirigía un servicio de alabanza con música, alabanza salmos y danza mientras los peregrinos llevaban sus primicias hasta el Templo.

Mientras el grupo de adoradores iban acercándose al Templo, el sacerdote tomaba las gavillas, levantaba algunas en el aire y las mecía por todos lados. Mediante esta acción, toda la multitud reconocía la provisión de Dios y su soberanía sobre toda la tierra.

Mientras las costumbres del festival antiguo son bastante claras, surgió controversia en cuanto a la fecha en que se debe iniciar. La cuestión giró alrededor de la manera de entender el punto de partida de la fiesta según la frase «a la mañana siguiente del sábado» (Levítico 23:11). ¿A qué shabat se refiere este versículo?

Las dos escuelas principales de la tradición judía en el primer siglo tenían una opinión dividida al respecto. Los saduceos (la secta aristocrática asociada con el servicio del Templo) creían que se refería al shabat del séptimo día. Por lo tanto, la ofrenda mecida debería ser levantada el día siguiente, el primer día de la semana.

Los fariseos (principalmente los rabinos de las sinagogas de la gente común) lo veían de otra forma. Ellos explicaban que dado el contexto del pasaje, el shabat del que se habla es la Pesaj. Por consiguiente, el día después del shabat de Pascua siempre caería en el 16 de Nisan, sin tomar en cuenta qué día de la semana pudiera ser. Esta controversia continuaba en debate, siguiendo cada grupo sus propias convicciones acerca del comienzo de Sefirat Ha-Omer.

No sólo había desacuerdos entre los saduceos y sus rivales los fariseos, sino que también había perspectivas diversas dentro de los grupos fariséicos. Los fariseos judáicos no estaban de acuerdo con los fariseos de Galilea (ver Hoehner, página 87). La desición final llegó de manera inesperada cuando el Templo fue destruido en el año 70 d.C. Cuando los saduceos quedaron repentinamente desempleados, el servicio de la sinagoga se convirtió en el punto focal de la comunidad judía. Los fariseos predominaban y su interpretación llegó a ser aceptada como la autoridad final, inclusive hasta hoy en día.

Celebración tradicional judía

La manera de guardar el Sefirat Ha-Omer en las sinagogas modernas es bastante sencilla. Aunque en los días del Templo se hicieran ofrendas, procesiones y servicios de alabanza, la celebración contemporánea consiste principalmente en oraciones y bendiciones sacadas del libro judío de oraciones. Éstas le ayudan a la gente reflexionar sobre el significado simbólico de la festividad, contando los días desde la cosecha de cebada hasta la del trigo en Shavuot, Pentecostés, que es la fiesta que le sigue. Muchos judíos comienzan a contar el omer en la segunda noche de Pascua, en su segundo Séder, con la lectura de la bendición tradicional:

Baruj ata Adonai Elojenu melekj ja-olam, asher kidshanu bemitzvojtav vetzi-vanu al Sefirat Ha-Omer.

Bendito eres Tú, oh Señor nuestro Dios, Rey del universo, que nos has santificado con Tus mandamientos y nos has ordenado en lo que se refiere al conteo de la gavilla.

Se lee esta bendición cada noche por los siguientes cuarenta y nueve días con un ajuste que se hace de acuerdo con el número de días que se han contado. Por ejemplo:

Ha-yom, yom ejad le-omer.
Hoy es el primer día de la gavilla.

El siguiente sería el segundo día, luego el tercero, y así consecutivamente hasta llegar al día cuarenta y nueve. El día cincuenta marca el próximo día de fiesta principal en el calendario bíblico: Shavuot (Pentecostés). En escencia, pues, Sefirat Ja-Omer no es una cuenta regresiva, sino una cuenta progresiva, esperando la próxima gran obra que Dios realice en Shavuot. Las bendiciones y el conteo del omer se pueden encontrar en la mayoría de los libros de oración judíos. Hasta algunas personas usan un calendario especial que les ayuda a mantener la cuenta correcta de cada día.

Otro aspecto de la celebración moderna de esta fiesta es que el período de cuarenta y nueve días del Sefirat se ha llegado a conocerse como una temporada de semi-luto. Esto se debe a que un gran número de tragedias han sucedido durante esta temporada del año. La más notable de todas es una plaga que hirió a los discípulos del Rabí Akiva en la segunda rebelión contra los romanos en el año 135 d.C. Una excepción a esta temporada de semi-luto es el día treinta y tres del omer, que en hebreo se llama «Lag Be-Omer» (las letras hebreas en la palabra «lag»,—«lamed» más «gimel»—representan el número treinta y tres). La tradición rabínica dice que en el día treinta y tres los ejércitos de Akiva dejaron de padecer de la plaga por un día, así que se le considera momento de regocijarse. Los judíos ortodoxos no se afeitan, ni se cortan el cabello, ni celebran bodas durante este período de semi-luto. En el día Lag Be-Omer puede haber gozo. Es la costumbre darle al muchacho ortodoxo su primer corte de pelo en este día. El Sefirat Ja-Omer es un período de tiempo poco común en que se llevan a cabo costumbres intrigantes.


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