VAYIKRA | ACERCÁNDONOS A UN DIOS SANTO
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VAYIKRA | ACERCÁNDONOS A UN DIOS SANTO

 

I. Introducción: 

¡Vayikrá! Dios Llama Desde Su Presencia 

 

¡Shalom aleijem, mishpajá (familia)!
Qué gozo estar juntos hoy para adentrarnos en la Palabra de Adonai. 

 

Acabamos de terminar el libro de Shemot, Éxodo. ¡Imaginen la escena! El Mishkán, el Tabernáculo, finalmente está construido y erigido en medio del campamento de Israel. La nube de la Gloria de Dios, la Shejiná, ha descendido y llenado la Tienda (Éxodo 40:34-35). ¡La Presencia misma del Creador del Universo ahora habita visiblemente en medio de Su pueblo!

 

Y es desde ahí, desde esa Presencia íntima en la Tienda de Reunión, que comienza nuestro libro de hoy, Vayikrá, Levítico. El libro toma su nombre hebreo de la primera palabra: Vayikrá, «Y Él llamó». Ya no es Dios llamando desde la aterradora distancia del Monte Sinaí cubierto de humo y fuego. Ahora, Dios llama a Moshé desde el corazón mismo del campamento, desde el lugar de Su morada. Es una invitación a una relación más cercana, más íntima.

 

Ahora, seamos honestos. Para muchos, Levítico puede parecer… bueno, un poco denso. Lleno de leyes, rituales, sacrificios… algunos podrían pensar que es un libro «aburrido» o irrelevante para nosotros hoy. ¡Pero nada más lejos de la verdad! Como dice el comentario que hemos estudiado, Levítico «tiene una riqueza increíble tanto de teología como de ética y acción en este mundo». Es el corazón mismo de la Torá, enseñándonos sobre la Santidad de Dios, la seriedad del pecado, la provisión de Su gracia y el camino hacia la comunión con Él.

 

Y esto nos lleva al dilema central que Vayikrá aborda: Si Dios es infinitamente Santo, puro, perfecto… ¿cómo puede un pueblo como Israel – y como nosotros – que somos propensos al pecado, a la impureza, a fallar… cómo podemos siquiera acercarnos a Él? ¿Cómo podemos vivir en Su Presencia sin ser consumidos?

 

La respuesta que Vayikrá comienza a desplegar está en el sistema de los Korbanot – las ofrendas o sacrificios. Y hoy, como creyentes mesiánicos, exploraremos estos Korbanot. Veremos su significado original para Israel, cómo cada uno de ellos apunta de manera asombrosa a la obra perfecta de nuestro Mesías Yeshúa, y qué lecciones vitales nos enseñan para nuestra vida de fe hoy. Nuestra Haftará de Isaías (43:21) nos recuerda que Dios formó a Su pueblo «para que publique[n] Su alabanza», y entender cómo acercarnos a Él es fundamental para esa adoración.

 

II. El Llamado a Acercarse: El Sistema de Korbanot (קרבנות) 

 

La palabra hebrea Korbán (קרבן) a menudo se traduce como «sacrificio» u «ofrenda». Pero su raíz es karav (קרב), que significa «acercarse», «aproximarse». ¡Así que los Korbanot no son principalmente sobre ‘matar algo’, sino sobre ‘acercarse a Alguien’! Son los medios divinamente establecidos por Dios para que Su pueblo pudiera acercarse a Su Santa Presencia.

 

Ilustración: Piensen en esto: si quisieran tener una audiencia con un rey muy poderoso y santo, ¿simplemente irrumpirían en su sala del trono? ¡Claro que no! Habría un protocolo, una manera correcta de solicitar y obtener acceso. Los Korbanot eran, en cierto sentido, el protocolo divino. La forma establecida por Dios para que Israel pudiera acercarse a Él de manera segura y aceptable.

 

Estos Korbanot tenían diversos propósitos: buscaban expiación por el pecado, sí, pero también expresaban devoción total, gratitud, comunión, reconocimiento de la soberanía de Dios, y la necesidad de restitución cuando se había hecho daño. Cubrían toda la gama de la relación entre la humanidad y Dios.

 

Hoy nos enfocaremos en los cinco tipos principales descritos en nuestra Parashá:

 

  1. La Olá (Ofrenda Ascendente o Holocausto)
  2. La Minjá (Ofrenda de Grano o Tributo)
  3. Los Shelamim (Ofrendas de Paz o Comunión)
  4. La Jatat (Ofrenda de Purificación o por el Pecado)
  5. El Asham (Ofrenda por la Culpa o Transgresión)

 

Y un punto clave desde el inicio: No todas estas ofrendas eran por el pecado. ¡Esto es fundamental! Vamos a verlas.

 

III. Ofrendas de Devoción, Tributo y Comunión

 

A. Olá (עֹלָה) – Ofrenda Ascendente/Holocausto (Levítico 1):

 

  • La palabra Olá viene de la raíz alah, «ascender». Era una ofrenda que ascendía completamente a Dios en humo sobre el altar. Por eso se le llama «holocausto», que significa «todo quemado».

 

  • Propósito: No se especifica un pecado concreto. Se ofrecía por expiación general, pero sobre todo como expresión de total devoción y sumisión a Dios. Era como decir: «Adonai, así como este animal entero es consumido y asciende a Ti, yo te entrego todo mi ser, toda mi vida, para Tu servicio». Era una señal de reverencia, una petición, o alabanza reconociendo Su autoridad suprema.

 

  • El oferente imponía sus manos sobre el animal (identificándose con él) y luego todo el animal (excepto la piel) era quemado como «aroma agradable» (reiach nichoach) para Adonai. El oferente no recibía nada de la carne; era considerada de gran honra porque era toda para Dios.
  • Dato Histórico: Esta era la ofrenda por excelencia antes de la entrega de la Torá. Noaj la ofreció al bajar del arca (Génesis 8:20).

 

B. Minjá (מִנְחָה) – Ofrenda de Grano/Tributo (Levítico 2):

 

  • Minjá puede traducirse como «ofrenda» o «regalo», pero también como «tributo», como el que se daría a un rey. Era una ofrenda vegetal.

 

  • Propósito: Reconocer que toda provisión viene de Dios y dedicarle a Él el fruto del trabajo diario, el sustento.

 

  • Consistía en flor de harina (la más fina), aceite, y a veces incienso. Podía ser cruda, horneada, frita… ¡Pero tenía dos ingredientes prohibidos! No podía tener levadura (jametz o seor) ni miel. ¿Por qué? La levadura, en la antigüedad, a menudo era un trozo de masa vieja y agria (seor) que fermentaba la nueva. Se convirtió en símbolo de pecado, corrupción, decaimiento. Y la presencia intensa de Dios en el Mishkán, el Dios de la Vida, no podía coexistir con símbolos de corrupción o muerte. La miel, quizás por su tendencia a fermentar o por representar dulzuras meramente terrenales. ¡Pero debía llevar sal! La sal del pacto (Levítico 2:13), símbolo de permanencia, preservación y la fidelidad eterna de Dios.

 

  • Una porción memorial se quemaba en el altar, y el resto era para los Cohanim (sacerdotes).

 

  • Importancia: Al ser más asequible que un animal, la Minjá era como «el holocausto del pobre». Permitía que todos, sin importar su nivel económico, pudieran expresar su devoción y gratitud a Dios con una ofrenda. Vimos en Génesis que Caín ofreció una Minjá, pero su actitud fue incorrecta.

 

C. Shelamim (שְׁלָמִים) – Ofrenda de Paz/Comunión (Levítico 3):

 

  • La raíz es Shalom (שלום) – paz, bienestar, integridad, plenitud. ¡Esta ofrenda no tenía nada que ver con el pecado!

 

  • Propósito: Expresar gozo, gratitud y comunión. Se ofrecía voluntariamente para dar gracias por una bendición recibida (Korbán Todá – Ofrenda de Acción de Gracias), para cumplir un voto (Neder), o simplemente como una ofrenda de gozo y bienestar (Nedavá). Era una celebración de estar bien con Dios, con la familia, con la vida.

 

  • Se ofrecía un animal sin defecto (macho o hembra), se imponían las manos. Las partes grasas (consideradas lo mejor) se quemaban en el altar como la porción de Dios. Una parte era para el Cohén. ¿Y el resto? ¡Aquí está lo hermoso! La mayor parte era comida por el oferente, su familia y sus invitados en una comida festiva, ¡delante de la Presencia de Adonai! (Siempre que estuvieran ritualmente puros).

 

  • Ilustración: Imaginen una gran barbacoa de celebración familiar o comunitaria, compartiendo la alegría y la comida juntos, ¡sabiendo que Dios mismo está presente en la fiesta! Por eso algunos rabinos, citando el Salmo 50:23 («El que sacrifica Todá [acción de gracias] me honra»), consideraban esta ofrenda de gratitud como una de las más elevadas. También existía antes de la legislación de Vayikrá (ver Éxodo 24:5).

 

IV. Ofrendas de Purificación y Restitución 

 

Ahora pasamos a las ofrendas que sí están más directamente relacionadas con el pecado y la impureza.

 

A. Jatat (חַטָּאת) – Ofrenda de Purificación/»Pecado» (Levítico 4:1-5:13):

 

  • La palabra Jatat se relaciona con «pecado», pero también significa «purificar».

 

  • Propósito Principal: Lidiar con pecados cometidos sin intención – por error, ignorancia, descuido, debilidad. ¡No cubría pecados intencionales y desafiantes! Y muy importante, como señala el comentario, también se requería en situaciones donde no había pecado personal, como el caso de una mujer después de dar a luz (Levítico 12:8) o un Nazir al completar su voto. Esto nos sugiere que su función primordial era la purificación ritual.

 

  • El Concepto Clave: Kaparah (כפרה) y la Purificación del Santuario: Aquí necesitamos entender algo crucial sobre la visión del mundo de la Torá. El pecado y ciertas impurezas físicas (como las relacionadas con la muerte o ciertas enfermedades) se consideraban como algo que contaminaba no solo a la persona, sino también al espacio sagrado, al Mishkán/Templo donde moraba la Presencia de Dios. ¡Era como un «smog espiritual» que ensuciaba el lugar santo! Como dice el erudito Jacob Milgrom, y lo cita el comentario, la sangre de la ofrenda Jatat no se aplicaba generalmente a la persona, sino al altar y a otras partes del Santuario (los cuernos del altar, rociada hacia el velo en casos graves).
    ¿Por qué? Para limpiar, purgar, purificar el Santuario de esa contaminación. Levítico 17:11 nos dice que la vida (nephesh) está en la sangre, y Dios la dio sobre el altar para hacer kaparah (cubrimiento, purificación, expiación). Al purificar el Santuario, se mantenía un lugar apto para la morada de Dios, y como consecuencia, el pecador que había causado la contaminación era perdonado.
  • El procedimiento variaba según quién cometía el pecado: El Sumo Sacerdote o toda la congregación requerían un rito más complejo (sangre llevada dentro del Lugar Santo, rociada ante el velo), porque su pecado tenía un impacto mayor, contaminaba más profundamente el Santuario. El cuerpo de estos animales se quemaba fuera del campamento, simbolizando la remoción total de esa grave contaminación. Para un líder o una persona común, la sangre se aplicaba solo al altar exterior. Esto nos enseña el principio de que mayor liderazgo implica mayor responsabilidad. ¡Que Hashem nos guarde de ser tropiezo!

 

B. Asham (אָשָׁם) – Ofrenda por la Culpa/Transgresión (Levítico 5:14-6:7):

 

  • Asham significa «culpa» o «deuda».

 

  • Propósito: Expiar pecados específicos donde había habido un sacrilegio (un mal uso o apropiación indebida de cosas sagradas, como no dar los diezmos correctamente) o un daño o fraude contra el prójimo (mentir bajo juramento, robar, defraudar). Esta ofrenda siempre estaba relacionada con pecados conscientes que causaban un daño tangible.

 

  • Característica Distintiva: ¡No bastaba con el sacrificio (generalmente un carnero)! El culpable debía primero hacer restitución completa por el daño causado, ya fuera a Dios (al Santuario) o al prójimo. Y no solo eso, debía añadir un quinto (20%) del valor como penalización.

 

  • Principio Ético Poderoso: El Asham nos enseña que el verdadero arrepentimiento (Teshuvá) no es solo sentirlo o decirlo. Debe llevar a la acción, a reparar el daño causado siempre que sea posible. También nos muestra que un pecado contra nuestro prójimo es, en última instancia, también un pecado contra Dios. Nuestra relación vertical con Dios no puede separarse de nuestra relación horizontal con los demás. ¡Piensen en Zaqueo en Lucas 19! Cuando encontró a Yeshúa, su arrepentimiento lo llevó a prometer: «¡Daré la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devolveré cuadruplicado!» (Lucas 19:8). ¡Eso es espíritu de Asham!
  • Nota: Tanto la Jatat como el Asham, con sus regulaciones específicas, parecen ser innovaciones de la Torá Mosaica, directamente ligadas a la existencia y mantenimiento de la pureza del Tabernáculo/Templo.

 

V. La Sombra y la Realidad: Yeshúa, Nuestro Korbán Eterno y Perfecto 

 

Hemos visto la riqueza y el significado de estos Korbanot. Pero como creyentes en Yeshúa, el Brit Chadashah (Nuevo Testamento), especialmente la carta a los Hebreos, nos abre los ojos a una verdad aún más profunda: todo este sistema, complejo y divinamente ordenado, era una sombra, un tipo, una prefiguración de la realidad perfecta que vendría en el Mesías Yeshúa (Hebreos 10:1).

 

Las Limitaciones: Hebreos nos dice claramente que la sangre de toros y machos cabríos nunca pudo quitar los pecados perfectamente (Hebreos 10:4). No podían cambiar el corazón de forma permanente. De hecho, servían como un recordatorio anual de la persistencia del pecado (Hebreos 10:3). Su función principal, como vimos especialmente con la Jatat, era la purificación ritual para permitir el acceso al Santuario terrenal.

 

Yeshúa: El Cumplimiento Perfecto: ¡Pero alabado sea Dios por Yeshúa! Él es la sustancia, la realidad a la que apuntaban todas esas sombras. Él ofreció un solo sacrificio por los pecados, para siempre (Hebreos 10:12). Su ofrenda fue superior, hecha no en un tabernáculo terrenal, sino en el celestial, ofreciendo Su propia sangre preciosa (Hebreos 9:11-12, 24).

 

Veamos cómo Yeshúa cumple perfectamente cada tipo de Korbán:

 

Yeshúa es nuestra Olá perfecta: Él se entregó totalmente a la voluntad del Padre, en obediencia hasta la muerte (Filipenses 2:8). Su vida y sacrificio fueron un «aroma agradable» para Dios (Efesios 5:2). Por Él, ahora podemos «acercarnos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe» (Hebreos 10:22).

 

Yeshúa es nuestra Minjá perfecta: Él es el «Pan de Vida» (Juan 6:35). Su vida humana fue perfecta, sin mancha, sin la «levadura» del pecado (Hebreos 4:15; 1 Pedro 2:22 – «Él no cometió pecado, ni se halló engaño en su boca»).

 

Yeshúa es nuestro Shelamim perfecto: ¡Él mismo es nuestra Paz! (Efesios 2:14). A través de Su sangre, tenemos shalom con Dios (Romanos 5:1) y se derribó el muro de separación entre judío y gentil, creando un nuevo hombre en Él (Efesios 2:13-16). Cuando participamos de la Cena del Señor, recordamos y celebramos esa comunión comprada a tan alto precio.

 

Yeshúa es nuestra Jatat perfecta: 2 Corintios 5:21 lo dice de forma impactante: «Al que no conoció pecado, por nosotros [Dios] lo hizo pecado (jatat la palabra usada a menudo en la Septuaginta para Jatat), para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él». Él llevó nuestra contaminación. Su sangre no solo purifica ritualmente un edificio, ¡sino que nos limpia verdaderamente de toda maldad y de una mala conciencia! (1 Juan 1:7; Hebreos 9:14). Y tal como los animales de la Jatat por el Sumo Sacerdote eran quemados fuera del campamento, Yeshúa sufrió «fuera de la puerta» (Hebreos 13:11-13), llevando nuestro oprobio.

 

Yeshúa es nuestro Asham perfecto: Isaías 53, ese capítulo mesiánico tan poderoso, dice en el versículo 10: «Cuando haya puesto su vida en ofrenda por la culpa (en hebreo, Asham)… verá linaje, vivirá por largos días…». Yeshúa pagó nuestra deuda de culpa por completo. Hizo la restitución perfecta que nosotros nunca podríamos hacer por nuestros pecados contra Dios y contra otros.

 

Su sacrificio no solo cumple, sino que supera infinitamente los Korbanot antiguos. Logra lo que ellos solo podían señalar: perdón real y eterno, purificación interior, reconciliación completa y vida eterna para todo aquel que pone su fe en Él (Hebreos 10:14).

 

VI. Conclusión y Aplicación: Viviendo a la Luz del Sacrificio de Yeshúa 

 

Entonces, ¿qué significa todo esto para nosotros, aquí y ahora? Vayikrá nos enseña verdades eternas sobre la santidad de Dios y nuestra necesidad de acercarnos a Él de la manera que Él ha provisto. Los Korbanot fueron esa provisión en la sombra. Yeshúa es la provisión perfecta y definitiva en la realidad.

 

Ya no traemos animales al altar. El Templo físico no está en pie, y más importante aún, el sacrificio de Yeshúa fue una vez y para siempre. Pero, ¿significa eso que ya no ofrecemos nada a Dios? ¡No! El Brit Chadashah nos llama a ofrecer sacrificios espirituales, que agradan a Dios a través de Yeshúa HaMashiaj:

 

Nuestros Cuerpos como Olá: Romanos 12:1 nos exhorta: «presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional». ¡Entregar todo nuestro ser, nuestra vida diaria, en devoción total a Él! Esa es nuestra ofrenda ascendente.

 

Nuestra Alabanza como Shelamim (Todá): Hebreos 13:15 dice: «Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él [Yeshúa], sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre». ¡Nuestra adoración agradecida, nuestras palabras de exaltación a Dios, son nuestra ofrenda de paz y acción de gracias!

 

Nuestras Buenas Obras como Minchá/Shelamim: El siguiente versículo, Hebreos 13:16, añade: «Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios». Compartir lo que tenemos, servir a otros, dedicar nuestro «trabajo» a Su gloria.

 

Las lecciones de Vayikrá, vistas a través de Yeshúa, nos transforman:

 

  • Nos llenan de profunda gratitud al comprender el inmenso costo del sacrificio de Yeshúa, nuestro Korbán perfecto.

 

  • Nos dan confianza para acercarnos al trono de la gracia, sabiendo que tenemos acceso directo a través de Él (Hebreos 4:16).

 

  • Nos enseñan a tomar el pecado en serio, confesándolo rápidamente (1 Juan 1:9), sabiendo que Su sangre (nuestra Jatat/Asham eterna) nos limpia.

 

  • Nos motivan a buscar la reconciliación y la restitución (el espíritu del Asham) cuando hemos dañado a otros.

 

  • Nos llaman a vivir en santidad (1 Pedro 1:15-16), apartados para Dios, reflejando el carácter de Aquel que nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable.

Amigos, familia, la pregunta que Vayikrá nos plantea resuena hoy:
¿Cómo te acercarás a un Dios Santo?
La Torá nos mostró las sombras. Yeshúa es la realidad. Él es el camino provisto por Dios. ¿Has aceptado Su sacrificio perfecto por ti? ¿Has puesto tu fe en Él como tu Korbán eterno, tu Sumo Sacerdote, tu Paz?

Y para aquellos de nosotros que ya hemos venido a Él, ¿estamos viviendo como aquellos que han sido comprados a tan alto precio? ¿Estamos ofreciendo nuestras vidas, nuestra alabanza, nuestras buenas obras como sacrificios vivos y agradables a Él? ¿Estamos compartiendo estas asombrosas buenas nuevas, cumpliendo así el propósito para el cual Dios nos formó: proclamar Su alabanza? (Isaías 43:21).

 

Que Adonai nos ayude a comprender más profundamente estas verdades y a vivir cada día más cerca de Él, nuestro Dios Santo, a través de Yeshúa nuestro Mesías.

 

 

¡Shabat Shalom!

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