TZAV | ORDENADOS PARA SERVIR:
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TZAV | ORDENADOS PARA SERVIR:

Hoy continuamos nuestro viaje por el libro de Vayikrá (Levítico), adentrándonos en la Parashá Tzav. La semana pasada, en Vayikrá, vimos qué ofrendas (Korbanot) se debían traer para acercarse a Dios.

Hoy, en Tzav, que significa «Ordena» o «Manda«, el enfoque cambia. Dios le da instrucciones específicas a Moshé para los Cohanim, los sacerdotes: cómo debían manejar las ofrendas, mantener el fuego del altar, y lo más importante para nuestro estudio de hoy: cómo debían ser consagrados para este servicio tan santo.

 

De la Sombra a la Realidad

Mientras que los primeros capítulos de Tzav detallan los deberes sacerdotales con las ofrendas (el fuego perpetuo, las porciones santísimas, las reglas para comerlas), hoy quiero que nos enfoquemos intensamente en el clímax de esta Parashá: Levítico capítulo 8. Este capítulo no es solo un relato histórico de cómo Aharón y sus hijos fueron ordenados hace miles de años. ¡Es mucho más! Es una sombra profética, un patrón divino que revela verdades asombrosas sobre nuestro propio llamado y consagración en el Mesías Yeshúa.

 

Porque la asombrosa verdad del Brit Jadashá, del Nuevo Testamento, es que en Yeshúa, ¡nosotros, los que creemos en Él, hemos sido hechos un «Real Sacerdocio»! (1 Pedro 2:9).

¿Alguna vez te has detenido a pensar qué significa eso realmente? ¿Qué implica ser un sacerdote para Dios hoy?

Levítico 8 nos da la clave.

 

Poniendo la Escena: La Solemnidad de Levítico 8

Imaginen la escena descrita en Levítico 8. Moshé, actuando bajo órdenes directas de Adonai, reúne a toda la congregación a la entrada del Mishkán, la Tienda de Reunión. ¡Esto no es un acto privado, es público! Todos son testigos. Aharón y sus hijos, los elegidos para el sacerdocio, están allí.
El propósito es claro: van a ser apartados, consagrados, ordenados para ministrar delante de Adonai en el lugar más santo de la tierra.

 

El proceso es detallado, solemne, lleno de simbolismo:

  • Primero, son lavados con agua.
  • Luego, son vestidos con ropas sagradas especiales. Aharón, como Sumo Sacerdote, recibe vestiduras gloriosas que incluyen el pectoral con las piedras y el Urim y Tumim.
  • Después, viene la unción con el aceite sagrado, primero sobre el Mishkán y luego derramado abundantemente sobre la cabeza de Aharón.
  • Siguen los sacrificios: una ofrenda por el pecado (Jatat) para purificar el altar y expiar por ellos, una ofrenda quemada (Olá) de dedicación total, y el crucial «Carnero de las Ordenaciones» (Eil HaMiluim).
  • La sangre de ese carnero se aplica a la oreja derecha, al pulgar derecho y al dedo gordo del pie derecho de Aharón y sus hijos.
  • Finalmente, hay una unción combinada de aceite y sangre, y se les ordena permanecer siete días a la entrada de la Tienda, completando su consagración.

 

Esto no era un simple ritual. Cada paso estaba cargado de significado, preparando a estos hombres para acercarse a la Santidad de Dios y servir como mediadores para el pueblo. Pero como dije, es más que historia. Es un patrón para nosotros.

 

El Fundamento: Yeshúa, Nuestro Sumo Sacerdote Eterno

Antes de vernos a nosotros mismos en este patrón, debemos recordar quién es nuestro fundamento. El libro de Hebreos nos enseña que Yeshúa es nuestro Sumo Sacerdote perfecto y eterno (Hebreos 4:14). A diferencia de Aharón, cuyo sacerdocio era heredado, temporal y requería sacrificios por sus propios pecados (Hebreos 7:27), Yeshúa es Sacerdote según el orden de Melquisedec (Hebreos 7): sin pecado, eterno, perfecto. Él no necesitó ser purificado para sí mismo; Él es la pureza. No necesitó expiación por sí mismo; Él es la expiación.

 

Él es el Sumo Sacerdote que entró una vez y para siempre en el Lugar Santísimo celestial, no con sangre de animales, sino con Su propia sangre preciosa, obteniendo redención eterna para nosotros (Hebreos 9:11-12, 24-26). Todo sacerdocio encuentra su significado y cumplimiento en Él. Y es a través de Él, y solo a través de Él, que nosotros podemos ser llamados sacerdotes.

 

Nuestro Reflejo en el Espejo de Levítico 8: El Real Sacerdocio

Ahora, veamos cómo esa increíble ceremonia de Levítico 8 se refleja en nuestra propia experiencia como creyentes-sacerdotes en Yeshúa, como nos llama 1 Pedro 2:5 y 9: «un sacerdocio santo», «un real sacerdocio».

 

El Lavamiento (Lev 8:6): Nuestra Purificación.

 

Aharón y sus hijos fueron lavados con agua. Nosotros, al venir a Yeshúa, somos lavados de nuestros pecados. Tito 3:5 habla del «lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo». Efesios 5:26 dice que Yeshúa santifica a Su Kehilá (Comunidad/Iglesia) «habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra». Nuestro bautismo (tevilá) es un símbolo exterior de esa limpieza interior que solo Él puede hacer.

 

Ilustración: Es como quitarse ropa completamente embarrada y sucia por el pecado y recibir un baño limpiador que nos deja listos para vestirnos de nuevo. ¡Somos lavados por Su sangre y Su Palabra!

 

Las Vestiduras (Lev 8:7-9, 13): Revestidos de Mesías.

Ellos fueron vestidos con ropas sagradas que señalaban su oficio. ¡Nosotros también recibimos nuevas vestiduras! Gálatas 3:27 dice: «porque todos los que habéis sido bautizados en Mesías, de Mesías estáis revestidos». Ya no llevamos los harapos de nuestra propia justicia (que son como trapo de inmundicia, Isaías 64:6), sino que somos vestidos con las «vestiduras de salvación» y el «manto de justicia» que Él nos provee (Isaías 61:10). Apocalipsis 19:8 habla del lino fino, limpio y resplandeciente, que son las acciones justas de los santos, hechas posibles por Él.

 

Ilustración: Es como si nos quitaran un uniforme sucio y desgastado y nos dieran un uniforme nuevo, glorioso, que nos identifica como pertenecientes al Rey del Universo, capacitados para Su servicio. ¡Estamos vestidos de Yeshúa!

 

La Unción (Lev 8:10-12, 30): Sellados por el Ruaj HaKodesh.

 

El aceite sagrado fue derramado sobre Aharón, consagrándolo y apartándolo. El aceite en las Escrituras es un símbolo constante del Ruaj HaKodesh, el Espíritu Santo. ¡Y nosotros, como creyentes, hemos recibido la unción del Santo! 1 Juan 2:20 dice: «Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas». 2 Corintios 1:21-22 afirma que Dios «nos ungió, y es el que también nos ha sellado, y nos ha dado las arras [el anticipo] del Espíritu en nuestros corazones».

 

Ilustración: Piensen en cómo el aceite lubrica y da poder a una maquinaria. La unción del Espíritu Santo nos sella como propiedad de Dios y nos capacita, nos da el poder espiritual para vivir y servir como Él quiere. ¡Estamos ungidos por Su Espíritu!

 

Los Sacrificios (Jatat/Olá) (Lev 8:14-21): Fundamentados en Su Obra, Dedicados en Respuesta.

Se ofrecieron sacrificios por el pecado (Jatat) y de dedicación total (Olá) por Aharón y sus hijos. Es crucial entender esto: nuestro sacerdocio no se basa en nuestros sacrificios para expiar el pecado. ¡Eso lo hizo Yeshúa una vez para siempre! Nuestra consagración se fundamenta totalmente en Su sacrificio expiatorio (nuestra Jatat y Asham perfectas) y Su vida de total dedicación (nuestra Olá perfecta).

 

Nuestra respuesta a Su obra es ofrecer nuestras vidas como sacrificio vivo. Romanos 12:1 nos llama a presentar «vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios». Esa es nuestra Olá espiritual: una vida de continua dedicación basada en lo que Él ya hizo.

 

El Carnero de la Ordenación (Sangre en Oreja/Mano/Pie) (Lev 8:22-24): Consagrados para Oír, Hacer y Andar.

 

¡Este es uno de los simbolismos más hermosos! La sangre del carnero de las «llenuras» (Miluim – llenar las manos para el servicio) se aplicaba en tres puntos clave:

  • Lóbulo de la oreja derecha: Consagrados para oír la voz de Dios, Su Palabra, Sus mandamientos. ¿Estamos sintonizando nuestro oído espiritual a Su frecuencia?
  • Pulgar de la mano derecha: Consagrados para hacer la obra de Dios, para servirle con nuestras acciones, nuestro trabajo, nuestros talentos. ¿Están nuestras manos ocupadas en Su Reino?
  • Pulgar del pie derecho: Consagrados para andar en los caminos de Dios, para seguir Sus pisadas, para vivir una vida que le honre en cada paso. ¿Refleja nuestro caminar diario nuestra consagración a Él?

 

Ilustración: Es como si Dios pusiera Su marca en las partes clave que definen nuestra interacción con el mundo: lo que escuchamos y obedecemos, lo que hacemos con nuestras fuerzas, y la dirección que tomamos en la vida. Todo ello debe estar dedicado a Él.

 

Comer la Ofrenda de Ordenación (Lev 8:31): Sustentados por Él.

Aharón y sus hijos debían comer parte del carnero y el pan de la consagración. Esto simboliza que nuestro servicio sacerdotal no lo hacemos en nuestras propias fuerzas. Somos sustentados y fortalecidos por Aquel que nos llamó. Yeshúa dijo: «Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre» (Juan 6:35). Nos alimentamos espiritualmente de Él, de Su Palabra, de Su presencia, para poder servirle.

 

Ilustración: Ningún soldado va a la batalla sin comer, ningún trabajador rinde sin alimento. Yeshúa es nuestro sustento espiritual para la tarea sacerdotal a la que nos ha llamado.

 

Los Siete Días de Permanencia (Lev 8:33-35): Apartados y Preparados.

Debían permanecer siete días a la entrada de la Tienda. Siete es el número de la perfección, la totalidad. Esto habla de una completa separación para Dios, un tiempo de preparación intensa, de absorber la santidad del lugar y del llamado antes de comenzar a ministrar activamente.

 

Ilustración: Es como un período de entrenamiento intensivo o un retiro espiritual antes de emprender una misión importante. Nuestra vida en Mesías requiere esa separación del mundo y esa preparación continua en Su presencia para ser sacerdotes efectivos.

 

Aplicación: ¿Cómo Vivimos Hoy Nuestro Sacerdocio?

¡Mishpajá, esto no es teoría teológica abstracta! Es nuestra identidad y nuestro llamado en Yeshúa. Si eres creyente en Él, ¡eres parte de ese Real Sacerdocio! Entonces, ¿cómo se ve esto en la práctica diaria?

 

  • Vive Consciente de tu Consagración: Recuerda que has sido lavado, vestido y ungido. ¡No eres cualquier persona, eres un Cohén del Altísimo! Vive de acuerdo a esa identidad santa.
  • Mantén tu Oído Sintonizado: Dedica tiempo a escuchar la voz de Dios a través de Su Palabra y la oración. Que Su instrucción guíe tus decisiones.
  • Usa tus Manos para Servir: Busca activamente maneras de servir a Dios y a los demás con los dones y talentos que Él te ha dado. Que tus acciones reflejen Su amor.
  • Cuida tu Caminar: ¿Andas en integridad, en obediencia, en amor? Que tus pasos te lleven por sendas que honren a Yeshúa.
  • Ofrece Sacrificios Espirituales: Como sacerdotes, ofrecemos a Dios la «alabanza continua» (Hebreos 13:15) y el hacer «bien y de la ayuda mutua» (Hebreos 13:16). ¡Estos son los sacrificios que le agradan hoy!
  • Aliméntate de Yeshúa: Prioriza tu relación con Él. Pasa tiempo en Su presencia, lee Su Palabra, participa de la comunión con otros creyentes. Él es tu fuerza.
  • Toma en Serio la Santidad: Recuerda las advertencias de Tzav sobre tratar lo santo con ligereza (Pigul, Notar). No demos por sentada la gracia de Dios. Vivamos con reverencia y gratitud fresca.

 

Conclusión

La Parashá Tzav nos ordena, nos manda, a entender nuestro rol. No somos simples espectadores en el plan de Dios; somos participantes activos, un sacerdocio real comprado por la sangre de Yeshúa.

 

Mi pregunta para ti hoy es: ¿Estás viviendo a la altura de ese llamado? ¿Estás funcionando como el sacerdote que Dios te ha consagrado para ser? Quizás hoy necesitas volver a dedicar tu oído, tus manos, tus pies a Su servicio. Quizás necesitas avivar el fuego de tu devoción.

 

Si nunca has entrado en este sacerdocio, si nunca has aceptado a Yeshúa como tu Señor, Salvador y Sumo Sacerdote perfecto, hoy es el día. Él te llama a ser lavado, vestido y ungido por Él.

 

Y para todos nosotros, que Adonai nos ayude esta semana a caminar conscientes de nuestra identidad sacerdotal, ofreciendo nuestras vidas como un Korbán vivo y agradable a Él.

 

Shavua Tov!

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