¿Que dice Dios sobre la adivinación y la hechicería?

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Hoy en día es frecuente ver en la televisión adivinos que echan las cartas del tarot a los que la gente llama a través de una costosísima línea telefónica para que les revele su futuro. También es muy frecuente encontrar en la prensa general anuncios de todo tipo de curanderos, así como los horóscopos y otras previsiones astrológicas. No me cabe la menor duda de que el 99% de estos tipejos son burdos estafadores que se quieren aprovechar de la buena fe de los ignorantes (porque, al fin y al cabo, si realmente ven el futuro ¿por qué no compran el boleto ganador de la lotería en lugar de sacarle dinero a gente que no llega a final de mes?). Quizás haya un 1% de ellos que sí tenga alguna facultad paranormal, aunque si esto realmente es así, sabemos, con toda seguridad, que su poder vidente procede de Satanás.

Antiguo Testamento.

La Santa Biblia es muy clara y contundente al respecto:

“Cuando entres a la tierra que Adonai, tu Dios, te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominable para Adonai cualquiera que hace estas cosas, y por estas cosas abominables Adonai, tu Dios, expulsa a estas naciones de tu presencia. Perfecto serás delante de Adonai, tu Dios. Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen, pero a ti no te ha permitido esto Adonai, tu Dios” (Deuteronomio 18:9-14).

La adivinación constituye un acto abominable para el Señor.

A lo largo de la Santa Biblia, Dios advierte en repetidas ocasiones que los pronósticos de los adivinos son engañosos y que por tanto no debemos confiar en ellos. El profeta Jeremías lo advirtió, pero no le hicieron caso:

“Porque así ha dicho Adonai de los ejércitos, Dios de Israel: No os engañen vuestros profetas que están entre vosotros, ni vuestros adivinos, ni hagáis caso de los sueños que sueñan. Porque falsamente os profetizan en mi nombre. Yo no los envié, ha dicho Adonai”. (Jeremías 29:8-9).

También otro pasaje añade:

“Y vosotros no prestéis oído a vuestros profetas, adivinos, soñadores, agoreros o encantadores, que os hablan diciendo: No serviréis al rey de Babilonia. Porque ellos os profetizan mentira, para haceros alejar de vuestra tierra y para que yo os arroje y perezcáis”. (Jeremías 27:9-10).

Hoy es muy frecuente ver gente que acude a curanderos y santones que nos ofrecen algún objeto mágico para quitarnos el mal de ojo o para lograr el amor.

¿Qué dice la Palabra? “Di: “Así ha dicho Adonai, el Señor: ¡Ay de aquellas que cosen vendas mágicas para todas las manos y hacen velos mágicos para la cabeza de toda edad, para cazar las almas! ¿Habéis de cazar las almas de mi pueblo para mantener así vuestra propia vida?  ¿Y habéis de profanarme en medio de mi pueblo por unos puñados de cebada y unos pedazos de pan, matando a las personas que no deben morir y dando vida a las personas que no deben vivir, mintiendo a mi pueblo que escucha la mentira?” (Ezequiel 13:18-19).
Ni hechizos ni rituales ni talismanes ni supersticiones. Dios no quiere para sus hijos nada de esto.

Para Dios la adivinación es pecado: “Como pecado de adivinación es la rebelión, como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto rechazaste la palabra de Adonai, también él te ha rechazado para que no seas rey” (1Samuel 15:23).

Este pecado pone rabioso a Dios:
“Pasó sus hijos por fuego en el valle del hijo de Hinom, y observaba los tiempos, confiaba en agüeros, era dado a adivinaciones y consultaba a adivinos y encantadores; se excedió en hacer lo malo ante los ojos de Adonai, hasta encender su ira” (2 Crónicas 33:6). Y ordena: “No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos. Yo, Adonai, vuestro Dios” (Levítico 19:31).
O sea que es un pecado, despierta la ira del Señor y Él mismo nos ordena evitarlos, porque nos contaminan con sus malas artes.

¿Castiga Dios la adivinación y la brujería?

Sí. De hecho, en el antiguo Israel tales prácticas estaban penadas con la muerte: “A la hechicera no la dejarás con vida” (Éxodo 22:18) y “El hombre o la mujer que consulten espíritus de muertos o se entreguen a la adivinación, han de morir; serán apedreados, y su sangre caerá sobre ellos” (Levítico 20:27). Por su parte, el Señor amenaza con el fuego a una adivina y a quienes le han consultado (Isaías 47:8-15). Aunque quizás la historia más fascinante es la de Saúl, primer rey de Israel, quien acude a la adivina de Endor para consultar con los muertos. Ante tal desobediencia, Dios es tajante y decide quitarle la corona y entregar su reino a los enemigos filisteos (1Samuel 28:3-19). Estas prácticas son horrendas y Dios las castiga con mano de hierro.

¿Y en el Nuevo Testamento?.

Hasta ahora hemos visto lo que dice el Antiguo Testamento, famoso por su severidad, pero ¿qué dice el Nuevo? ¿Es acaso más condescendiente con este pecado? No. De hecho, apunta directamente a quienes lo practican como firmes candidatos a quemarse en el infierno si no se arrepienten de sus fechorías: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21:8). Los santos y los justos podrán entrar en el Reino de los Cielos “pero los perros estarán afuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras y todo aquel que ama y practica la mentira” (Apocalipsis 22:15). Los adivinos no serán salvados de la quema.

“Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lujuria, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, divisiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas. En cuanto a esto, os advierto, como ya os he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. (Gálatas 5:19-21).

La Biblia dice que los hechiceros van al infierno, pero en no pocas versiones bíblicas leemos que, en tiempos del rey Herodes, tres reyes magos acudieron a adorar al niño Jesús (Mateo 2:1-12). ¿Cómo es posible semejante contradicción? Sabemos que el Señor abomina la magia por lo que “magos” debe ser, en realidad, una mala traducción. En realidad a lo que refiere el texto y como en otras versiones especifican de tres hombres sabios y hombres de gran renombre, cosa que sí tiene mucho más sentido.

En la Palabra encontramos también la historia de cómo Pablo liberó a una muchacha del espíritu de adivinación que moraba en ella (Hechos 16:16-18), gracias a lo cuál sabemos que las personas que adivinan están poseídas por algún demonio que habita en su interior. También leemos cómo un coetáneo de Yeshúa, llamado Simón el Mago trató de sobornar a los apóstoles Pedro y Juan a cambio de poder transmitir el poder del Espíritu Santo, ante lo cuál los apóstoles reaccionaron escandalizados (Hechos 8:9-24).
Las Escrituras también relatan que muchos de los que habían practicado la magia, se arrepintieron de sus pecados y quemaron sus libros mágicos públicamente (Hechos 19:18-20). Siempre, y en todos los casos, la magia es retratada -sin excepción- como algo malo.

“Pero sigo sin entender ¿por qué Dios se opone tan ferozmente a la adivinación? ¿Qué tiene de malo que uno consulte a la pitonisa?” -puedes preguntarte-. El Señor se opone básicamente por tres razones:

  1. Él desea que toda nuestra fe y confianza descansen solamente en Él, y en nadie más (Jeremías 17:5-8).
  2. Los adivinos no son de fiar porque mienten (Jeremías 29:8-9).
  3. E Espíritu Santo entrega el poder de profecía (1 Corintios 12:10) pero el de adivinación proviene del diablo (Hechos 16:16-18).

Dios aborrece la magia, la hechicería, la brujería, el espiritismo, la adivinación, la astrología, el horóscopo, el tarot, la quiromancia, el esoterismo, el ocultismo y otras prácticas similares porque nos apartan de la luz del Señor y nos acercan a las tinieblas de Satanás, que a su vez tiene un impacto en nuestras vidas y en nuestra familia sobretodo en nuestros hijos (Éxodo 20:5).

Otros pasajes sobre La brujería y la magia

 

Apocalipsis 18:23

Zacarías 10:2

Isaías 8:19-20

2 Crónicas 33:6

2 Crónicas 33:3-5

2 Reyes 21:3-5

Éxodo 7:11-12

Éxodo 8:16-19

Números 22:6

Números 23:23

2 Reyes 21:6

Isaías 47:9-13

Hechos 8:9-11

Hechos 13:6-11

Hechos 19:18-19

 

Deuteronomio 18:9-12

Levítico 19:26

Jeremías 27:9-10

Ezequiel 13:18

Isaías 44:24-25

Levítico 20:6

Miqueas 5:12

Apocalipsis 21:8

Gálatas 5:19-21

Éxodo 22:18

Levítico 20:27

1 Crónicas 10:13-14

Hechos 16:16-18

Romanos 8:38-39

 


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